ARTÍCULO DE OPINIÓN: Arq. Claudio Fraga, Responsable del Área de Arquitectura de Kraftwelt.
Nuevo Código de Edificación de CABA
Como arquitecto y docente me gustaría hacer una reflexión sobre el nuevo Código de Edificación de CABA que entró en vigencia el 1° de enero de 2019.
Entre otros “estándares mínimos de calidad, seguridad y tecnología de las construcciones”, el Código establece como nueva unidad mínima habitable 18m2. (Código)
Cantidad de artículos de prensa se han escrito y difundido en estos últimos meses acerca de esta nueva normativa. Algunos más mediáticos, aprovechando el contexto electoral, otros meramente informativos…
Sin embargo, creo preciso aclarar que todo cambio de normativa responde a una ideología. “Ideología” entendida como un “conjunto de ideas que caracterizan una cultura”, en este caso, una manera de habitar la ciudad, siendo el habitante su eje central.
Es en este punto que considero la propuesta como una serie de soluciones pensadas para beneficiar diferentes aspectos relacionados con la rentabilidad y no con la calidad habitacional, la cual considera al habitante como receptor final de los resultados proyectados.
A mi modo de ver, algunas decisiones como aumentar la densificación en zonas que antes eran bajas, o reducir los m2 habitables sin reglas claras -direccionadas a mejorar la calidad habitacional de los espacios proyectados-, abre un escenario ideal para que las nuevas tipologías a proponer transiten por caminos difíciles de predecir.
La calidad habitacional no depende del menor o mayor costo de inversión, ni de los m2 de más o de menos que se proyecten. Consiste en contemplar una secuencia de factores muchos más complejos e intangibles, basados fundamentalmente en el valor y potencia del planteo proyectual desarrollado.
Indefectiblemente, en todo desarrollo inmobiliario hay valores en juego que oscilan entre el objetivo de renta y la búsqueda de calidad habitacional.
Sin duda, generar espacios abiertos o intermedios, unidades con capacidad lumínica, buenas visuales, vincular los interiores con los espacios exteriores que permitan la posibilidad de captación de sol, viento y lluvia…por mencionar solo algunas, son decisiones proyectuales que definen la calidad habitacional buscada.
¿Por qué no plantear 18m2 cubiertos con la generación obligatoria de algún patio terraza, o amplio balcón que permita la integración de una huerta, una parrilla o una reposera donde la vida tenga luz y color?
Los buenos proyectos vinculan fácilmente la renta – negocio con la calidad habitacional. Los malos, se esconden detrás de la renta y su falta de creatividad.
Para citar un ejemplo, en la Unité d’Habitation de Marsella de Le Corbusier “hay una búsqueda tipológica que trata de optimizar las dimensiones y la calidad de vida de los habitantes. Es un edificio – ciudad. En este proyecto Le Corbusier puso en práctica su teoría de la proporción a escala que daría origen al Modulor, consolidándose conceptos modernos en relación al habitar”.
Resguardar la libertad individual, mantener el núcleo familiar integrado, propiciar una organización colectiva, eran principios que surgieron de “re-examinar la vida de las personas en detalle a lo largo de las 24 horas del día, para así asegurar que todos los aspectos que la componen encajen entre sí y sean considerados en la elaboración de viviendas”.
En nuestro caso, si la norma permitiera la generación de espacios intermedios o exteriores que propiciaran actividades de distensión y relax, en vez de optar por reducir los metros cuadrados en las nuevas unidades, emergerían proyectos diseñados como parte de un plan urbano mayor.
En cambio, al dejar el piso de habitabilidad librado a los ciclos del mercado (muy de moda en estos tiempos) temo que se impondrá la renta especulativa, y de la mano llegará la arquitectura del medio pelo y no del medio ambiente.
Tal vez sea hora que los gobernantes sepan equilibrar el negocio y la renta con el bien común.