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ARTÍCULO DE OPINIÓN: Arq. Daniel Stinchi, Responsable de Estrategia Comercial y Financiera de Kraftwelt.


Desde que se inició la pandemia, allá por marzo, vengo escuchando los cambios positivos que se verán en el planeta, y un sinfin de mensajes alentadores mencionando que en toda gran crisis se generan oportunidades. Sin embargo, el espejo de las actividades donde se desarrollan nuestros negocios, me dan una imagen diferente a lo que dice el común de la gente o los grandes pensadores de Twitter o Linkedin.

Por ejemplo, analicemos el negocio de gastronomía. En serio piensan que se disfrutará más de un pedido por delivery (así sea del mejor restaurante de Buenos Aires), que cenar en algún bodegón de Palermo, durante una noche de luna llena?…

En términos de negocio, el delivery ya es pésimo para los gastronómicos. Venden entre en el 10% y el 20% de lo que vendían en sus locales. A ésto hay que agregar un punto relevante que tienen bien presente las compañías globales de comida: odian este sistema. El delivery es la forma mas efectiva de maltratar el producto que están vendiendo. Llega siempre tarde, frio, mal presentado…Si ésta es la «nueva» normalidad del negocio, déjenme con la anterior. En definitiva, comemos donde trabajamos todo el día.



En el caso de las oficinas, sucede lo mismo. «Qué bueno es el home office!». Perdón, pero como alguien dijo, ésto no es home office, “…No estás trabajando en casa. Estás en casa, en medio de una crisis, tratando de trabajar…”.  Sin reglas, sin horarios, sin saber hacerlo, con reuniones masivas dificiles de coordinar, donde es casi imposible hablar sin superponerse y además, al revés de lo que pensábamos antes de la pandemia, reuniéndonos más de lo necesario.

Los nuevos hábitos no respetan horarios laborales ni días de descanso.  Equivocadamente, para la mayoría parece válido enviar un mail un sábado a la noche, para que lo respondan un domingo a la mañana o a cualquier hora de la noche. Ni mencionar el abuso de mensajes de WhatsApp, a la espera que se respondan al instante!

Por otra parte, somos animales sociales. No existe nada positivo en estar encerrados sin vernos, sin compartir las «pavadas» cotidianas que surgen del encuentro diario, o en el momento del almuerzo de oficina, o al compartir un café para discutir temas. Eso no lo reemplaza ningún zoom.

Lo que me lleva a pensar lo siguiente: no sé si este virus produjo un adormecimiento en la ciudad, pero espero que la «nueva» normalidad sea lo más parecido a la anterior.

Proyectemos esa «nueva» normalidad de una forma que mejore la calidad de vida de las personas, y que brinde experiencias memorables, diseñadas considerando que somos seres sociales. Reformulemos los esquemas del negocio, sin caer en modas o soluciones improvisadas, o formatos que nada tienen que ver con nuestra idiosincracia…Proyectar es diseñar cómo queremos vivir, cómo queremos trabajar y cómo queremos socializar, sin perder nuestra esencia.

 

Fotos: The Creative Exchange / Pricsilla Du Preez / Gerry Roarty