ARTÍCULO DE OPINIÓN: ARQ. DANIEL STINCHI, Responsable de Estrategia Comercial y Financiera de Kraftwelt
Vivo en Recoleta desde hace más de 30 años, y desde hace 20 tengo mi oficina en Nuñez, ambos barrios en la Ciudad de Buenos Aires, Argentina.
Como Arquitecto, la decisión de elegir estos barrios para vivir y trabajar fue -en parte- por su escala. En el caso de Recoleta, definida en su mayoría por casas bajas, complejos como los petit hoteles (de no más de 2 a 3 pisos sobre calles de escala barrial, y veredas con árboles de buenas dimensiones (excepto por los edificios en altura de las avenidas Del Libertador, Callao o Coronel Díaz).
Núñez era algo similar. Sobre una avenida ancha como Av. Del Libertador, una línea de edificios de proporciones razonables acompañaban al barrio de casas bajas, que disponían de lugar en las aceras para estacionar cómodamente, sobre calles a escala y rodeada de árboles de todo tipo.
A la hora de elegir una locación para las oficinas de Kraftwelt y después de haber trabajado 15 años en Corporaciones ubicadas en pleno Microcentro, el cambio a un barrio de esas características fue una decisión compartida con mi socio. Queríamos trabajar en un entorno distinto.
Todo fluía sin embotellamientos; podíamos disfrutar de salir a caminar a la hora del almuerzo; con buena entrada de luz natural, el sol iluminaba la oficina y no teniamos necesidad de utilizar iluminación eléctrica…nada más sustentable para nosotros que coincidimos en nuestro compromiso de preservar el planeta.
No sé que pasó en estos últimos años, me llevó puesto un tsunami de “progreso” certificado LEED…dicen que es sustentable…pero, por ahora, no lo creo.
En Recoleta, empezaron a demoler los petit hoteles y con ellos el patrimonio cultural que nos distinguía. Hasta los turistas destacaban la impronta europea que le aportaban a la Ciudad.
En su lugar, se han construido edificios que dicen respetar las “normas LEED”, muchos de ellos iguales, con escaso frente de lote -lo que les da la posibilidad de habilitarlos sin cocheras-; y se han reemplazando los patios verdes que favorecían la absorción natural de aguas de lluvia por terrazas verdes en altura.
Para “reducir” el caos, habilitaron bicisendas en calles estrechas, donde se comparte el mismo espacio con containers de residuos, autos, colectivos, motos y cartoneros habilitados, aumentando el conflicto…
Si el esquema del pasado -considerado “contaminante”- (aunque, el tráfico fluía) fue reemplazado por un “esquema sano”; cómo es que todos los vehículos demorados en su andar estarían aportando “salud” si están cuasi detenidos generando mayor cantidad de gases contaminantes? Algo no está bien…
En Nuñez pasó lo mismo. Edificios LEED de gran superficie y altura están destruyendo el patrimonio del barrio y tapando la vista al cielo. Compuesto en su mayoría por casas bajas, algunas de ellas están ahora con peligro de derrumbe o rajadas, lo mismo que veredas y calles.
Estos edificios sumarán al barrio miles de personas que se agregan a su población, con la posibilidad de colapsar la oferta gastronómica y de parking. Se entorpecerá aún más el tránsito, ya complicado por los escasos carriles de Av Del Libertador, las bicisendas y la reducción de calles internas que se usan como vías de salida alternativas a la Avenida sobrecargada.
Más allá de lo “sana” que nos dicen que está la Ciudad, yo la percibo más enferma.
La destrucción del Patrimonio Cultural Arquitectónico es evidente. Por ejemplo, hoy caminando por mi barrio veo asombrado un cartel de Permiso de Obra sobre la antigua casa del artista Federico Klemm; al girar veo otra propiedad reservada para construir, doy vuelta por Juncal y Laprida y ya demolieron la esquina…
Si con estas demoliciones van a construir tal categoría de edificios -“sanos”-, en la transformación del barrio se desvanecerá su historia y nuestro patrimonio.
Como corolario: somos Arquitectos, trabajamos de nuestra profesión, y entendemos que en muchos casos se lleven adelante ideas de desarrolladores, pero tenemos también la responsabilidad de frenar la destrucción compulsiva que se esta llevando adelante.
Tanto nosotros como profesionales, como los Colegios y la Sociedad Central de Arquitectos (SCA), debemos mantener una posición clara respecto a este tema. No resulta simpático hacerlo, pero es un deber, ya que la demolición ha tomado una dimensión que parece no tener control.
Con solo mirar que pasa en el mundo, verán en los cascos antiguos de otras ciudades que se suelen visitar (Amsterdam, Berlín, Roma, Londres o Barcelona), que los edificios modernos se construyen en las periferias. No solo se respeta el patrimonio, sino que la Ciudad premia su preservación.
Espero que no empecemos a copiar al mundo cuando ya no quede patrimonio en pie.
Arq. Daniel Stinchi